Un lugar que solo nosotras conocemos.

Caminaba buscando una respuesta desde lo infinito.
Una especie de solución o remedio...
Mientras esperaba en esa hamaca pesada por los recuerdos, algunas lágrimas caían sin represión alguna, sin ningún intento por ocultar la semilla que las había hecho brotar.
Conforme pasaban los minutos, el miedo crecía. Los planes, las ideas, las ganas de escapar.
No parecía tan difícil después de todo... Renunciar a las promesas... Al futuro... A lo eterno...
Por un momento hasta parecía un trámite de última hora.

Y llegó...
Algo debería haber florecido con su llegada... Pero algo lindo. Y floreció la bronca, la decepción.
Las ganas de escapar, las ganas de llorar, de gritar, de golpear; por qué no.
Crecían las mentiras dentro de su cabeza, las mismas mentiras que hicieron que ella llegue sin flores de primavera.
¿Por qué; por qué lo hiciste? Te lo pedí por favor...
Sentía que núnca la había escuchado.

-Dejame irme, dejame irme. No quiero volver, no quiero empezar de nuevo, no quiero esta nueva realidad, no quiero, quedátela vos, yo me voy.
-No vas a ir lejos, se van a enterar, lo voy a decir, van a ir a buscarte. No lo intentes.

Corrió como si no pudieran alcanzarla, como si hubiera algún sitio en el mundo al que pudiera correr sin que la encuentren.
Y ahí estaba, su abrazo la cubrió y no pudo aguantar más... Las lágrimas, los gritos ahogados, el dolor, el miedo, la SOLEDAD. Todo escapó en ese abrazo.

- ¿Por qué, por qué, por qué te fuiste? ¿Por qué me dejaste sola?
- Núnca te djé, no te dejé, estoy acá, estoy. No voy a alejarme para siempre. Núnca voy a alejarme de nosotras.

¿Creerle? ¿Le creía a esa voz? ¿Era posible creerle aún después de todo?
El tiempo traería una respuesta...